HISTORIAS (2)


Abrí mis ojos lentamente, mi garganta me dolía sobremanera por lo que apenas era capaz de hacer unos leves gemidos, lo único que podía ver era el techo de una de las habitaciones del hospital, (Se percataron que faltaba y me salvaron la vida, otra oportunidad) pensé mientras mis ojos se ajustaban un poco a la luz. A mi lado estaba una mujer bastante elegante y guapa la verdad, se veía de unos 40 años, cabello castaño y unos pechos, que wow, seguí mirando su escote un momento hasta bajar la mirada y darme cuenta que tenia sujetada mi mano, pero mi mano era mucho más delgada, al igual que el resto de mi cuerpo y lo que parecía cabello largo cayendo de mi cabeza,  lo que me hizo pegar un pequeño grito que la despertó, con una sonrisa solo beso mi frente y me abrazo diciendo: -Hija, es un milagro que estés bien, el doctor dijo que era imposible pero yo tenía fe.
(Hija? pero que mierda? acaso se golpeó la cabeza o simplemente es estúpida) -Aléjese de mi vieja loca! dije tratando de levantarme de aquella camilla, mi voz sonaba diferente, más aguda, pero no le di importancia, quería verme en un espejo, algo se sentía diferente. Al llegar me desplome en el suelo, abriendo sin querer la delgada bata de hospital que llevaba, dejando entrever mi entrepierna con nada excepto una vagina, como carajos era posible. Me levanté despacio mirándome en el espejo anonadado, pasé de ser un viejo gordo a una jovencita así sin más, no podía creerlo; acaricie mi rostro, no parecía tener más de 20 años, baje mis manos lentamente, acariciando un par de senos nada mal para una morra de su edad, se sintió bien cuando toqué la punta del pezón, termine por quitarme la bata en su totalidad, la mocosa estaba en muy buena forma, baje mi mano un poco más hasta llegar a su vagina, sin duda era extraño no tener a mi fiel amigo, pero una sensación de emoción llenaba mis entrañas, como si algo me obligara a acariciarla suavemente, fue entonces cuando una explosión de sensaciones lleno mi ser, era increíble, delicioso, algo que como hombre jamas sentí.
Pasé 20 minutos más dentro del baño, la vieja que estaba conmigo no me dejo jugar más con el cuerpo de lo que parecía su hija, al salir tuve que jugar bien mis cartas, no podía dejar que una oportunidad así se perdiera, cuando me pregunto que pasaba tome una decisión: -N..no n..no lo se, n..no se quien s..soy? d..dónde estoy? q..quién es u..sted?. La mujer se abalanzó a abrazarme, se sentía bien tener sus senos casi rozando mi cara, de hombre ninguna mujer habría hecho eso, pero ahora eso cambiaria. 

-Soy tu madre Sophie, no me recuerdas?



 Hola nuevamente mis amores, otra vez yo, les traigo la segunda parte de la historia de Julian, o deberia decir Sophie, sin mas por el momento, disfruten.

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